El viernes pasado nos despedimos del Palacio de Rubianes después de haber pasado allí una semana de Inmersión Total en Inglés, acompañados de 20 participantes, 10 de ellos españoles, 5 británicos, 2 estadounidenses, 2 canadienses y 1 australiano. Entre los españoles la mitad eran de Asturias y la otra mitad del País Vasco y Cataluña, parece que The Getaway va haciéndose eco en otras comunidades.
Una comunidad de personas de distintas nacionalidades pero con un objetivo común: relacionarse y comunicarse exclusivamente en inglés durante su estancia. Todo un reto para los españoles que necesariamente tienen que tirarse a la piscina y confiar sin saber cómo van a a responder a un proceso tan intenso, si van a a ser capaces de aguantar el tirón. Y es que 15 horas de inglés diarias agotan y mucho, sobretodo si es tu primera exposición prolongada al idioma, que fué el caso de casi todos los participantes de esta edición.
Aunque English Getaway nació hace 3 años, Zach y yo llevamos 8 años desarrollando Cursos de Inmersión en Inglés y hemos visto el proceso muchas veces. Por eso cada año, intentamos advertirles de las dificultades: “no va a ser fácil, los dos primeros días vais a acabar agotados, incluso puede que sufráis algún momento de bloqueo en el que os dé la sensación de que no podéis pensar ni en español, es normal, vais a estar procesando el idioma a una velocidad de vértigo…”.
Las caras de desconcierto al principio del curso y más cuando escuchan este tipo de cosas son siempre un poema y hacen aún más emocionante el ser testigos de su proceso de superación a lo largo de los días. A partir del tercer día empezamos a verles mucho más relajados durante sus “one to ones” disfrutando de largas conversaciones, riéndose a carcajadas durante las comidas e incluso liderando dinámicas de grupo.
Las dificultades que notaban al tratar de entender determinados acentos se van diluyendo a la vez que empiezan a superar la barrera del ridículo al expresarse en inglés y se van sintiendo cada vez más ellos mismos. Y aquí es cuando empieza lo mejor, la comunicación pasa a un segundo nivel y empiezan a surgir verdaderas conexiones entre las personas. Este es el auténtico regalo que cada uno se lleva a casa, algo que probablemente no se esperaban.
Esta semana se volvió a crear esa energía mágica que surge cuando las personas nos tomamos el tiempo de comunicarnos de verdad, dejamos a un lado las prisas del día al día y simplemente estamos ahí, disfrutando del momento, de la oportunidad de conocer a gente de otros países y con otras formas de entender la vida, algo que te abre la mente para siempre.
Pero no hay recompensa sin sacrificio y sabemos que a veces los retos son muy altos. Los participantes tienen que hablar durante horas en inglés, participar en dinámicas de grupo, improvisar conferencias de negocios, preparar presentaciones en inglés e incluso muchos se atreven con el teatro en inglés.
Como nos confesó uno de ellos durante el curso, “me estáis poniendo al límite”, pero curiosamente esta persona nos dejó boquiabiertos con su presentacíón el último día. Fué de 10, si fuese angloparlante no lo hubiese hecho mejor. Y es que a veces es necesario superar nuestras propias barreras internas para poder avanzar. Lo que es admirable es conseguir hacerlo en sólo 6 días. Unos valientes.
Los angloparlantes también tuvieron su parte de riesgo, nos os vayáis a creer. El último día organizamos una espicha típica asturiana en el hotel con sidra incluida y alguno se animó a escanciar un culín, eso sí con ayuda de los expertos del grupo.
Seguimos con resaca de un programa maravilloso y gran parte del éxito se lo debemos sin duda a nuestros colaboradores angloparlantes: Don, Melanie, Sarah, Ellie, Nic, Sheryl, Robert, Carol, Helen and Yves. Diez personas excepcionales que se volcaron con esta experiencia y ayudaron en todo momento a los españoles en sus dificultades con el idioma.
La familia de English Getaway sigue creciendo. Un año más, de corazón, ¡gracias a todos!
Si quieres más información sobre The Getaway, pincha aquí.