«Afortunadamente, las grandes compañías son conscientes desde hace muchos años de la importancia de invertir en el talento de su empresa con un carácter de continuidad y desarrollo», apunta Sergio Alonso, Director del área ‘In Company’ de la escuela de negocios ESIC.
Y es que las grandes compañías del Ibex siempre han recurrido a la formación continua para mantener al día a sus equipos, con atención especial a los mandos intermedios y altos. Si hace años la tendencia predominante era enviar a los profesionales más prometedores a estudiar un MBA o algún curso de posgrado, hoy manda la formación in company: programas a medida diseñados de acuerdo con las necesidades concretas de cada compañía e impartidos en la propia empresa.
Este también es un modelo que triunfa en el aprendizaje de idiomas, una necesidad creciente por la reciente apertura a los mercados internacionales.
Cómo se diseña la formación “in company”
Diseñar una buena propuesta de formación in-company es mucho más que marcar un índice, se trata de personalizar los planes, sentarse tranquilamente con el responsable de formación y escucharle, saber preguntar y analizar lo que pretende conseguir con la formación, su cultura empresarial, sus planes estratégicos y diseñar una propuesta a medida de las necesidades de la empresa.
“La formación ‘in company’ cuenta con la ventaja de que tiene como base la realidad de la empresa y crea lazos entre los empleados. «Este tipo de acciones son la manera de adaptar los programas de formación estándar a la realidad del negocio y a su cultura, lo que garantiza una mayor transferencia al puesto de trabajo. Además, fomenta las relaciones sociales entre los asistentes a los programas y el ‘networking’, lo que mejora la productividad y la visión global del negocio», asegura Mercedes Almendro, Directora de Formación y Desarrollo del Grupo Mahou San Miguel.
Principales ventajas de la formación “in company”
La principal ventaja de la formación “in company” es que permite al formador conocer las necesidades reales de la empresa y adaptar fácilmente la formación a la realidad del negocio y del equipo de personas que lo gestionan día a día.
Por otra parte, la familiaridad del ambiente de trabajo predispone a los alumnos a un menor rechazo a la hora de participar activamente, lo cual es algo fundamental en cualquier curso que se imparta pero particularmente en el caso de la enseñanza de idiomas, no podemos aprender a comunicarnos en otro idioma desde una actitud pasiva, son necesarias muchas horas de práctica.
Otras ventajas son la flexibilidad horaria, el trabajo en equipo y un control total de la asistencia del alumnado.
Además, aunque pueda parecer que es un servicio caro, por el desplazamiento de los docentes al centro de trabajo, en general no tiene por qué tener un coste por alumno superior al de una formación tradicional.
«Sería una pena no apoyar el modelo de formación ‘in company’, conociendo que todas las empresas de titularidad privada disponen de un crédito anual para la formación de sus trabajadores -ejecutable hasta el 31 de diciembre- y que si no se utiliza se pierde», afirma Cristina Álvarez, directora comercial de la escuela de negocios IDE-CESEM.
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